martes, 8 de marzo de 2011

Cuaresma

Sabes que ni te acompañé ni te seguí pero sabes que siempre me llenaste y que siempre voy a verte. Sabes, y lo sabes muy bien, que nunca he dejado de quererte.

Por eso, hoy que empieza una nueva Cuaresma, hoy quiero dedicártelo a tí. Si a tí. ¿Te extraña?

Sabes que aunque cambié el vestido azul cielo de Domingo de Ramos y crema color dulzura de tu cara por el negro de tus vecinos, siempre siervos tuyos, sabes que siempre fuiste la Cuaresma de mi vida cofrade. Te visitaba con los pantalones llenos de polvo, después de jugar a la pelota, de arrastrarme por plazas que aún tenían albero, con labios manchados por el chocolate con pan de la necesidad. Iba con los amigos o solo, que más da; y recorría cada tarde tu casa para ver como los pasos de tu cofradía iban haciéndose mayores. El tuyo y el de tu Hijo. Día a día, tarde a tarde.

Iba a verte y a rezarte porque, tu sabes, yo era pequeño y travieso, quería sacar buenas notas, gustarle a esa niña del colegio,... yo te rezaba... y tu siempre me ayudabas. Otra tarde me acercaba y volvía como si se me hubiera perdido algo en tu casa. Hoy no me había portado muy bien pero...ahí estabas tú, y en mi casa, tu foto, que eran siempre la alfombra de mi último beso. Eran tardes de miradas, de amores tempranos y recuerdos de silbidos de campanilleros por un barrio que salía en todos los libros. Y así muchas tardes. Tantas tardes. Se me hacía tan lejos el momento en que la banda con una cruz que siempre simbolizó la ayuda al enfermo te llenaba con su música cada Viernes de Dolores...pero a los dos días terminaba mi Cuaresma. Era feliz, llegaba el momento.

Cada Domingo de Ramos te veía por los callejones de mi barrio, dabas la vuelta completa a él visitando a todos los vecinos, Padre Manjón, Duque Cornejo,... Después pasastes cerca de casa: Santa Paula, Pasaje Mallol, Moravias.... Y así siempre hasta que me puse otra túnica de negro para acompañar con una Cruz a tu Hijo muerto por Amor. Y pasastes por casa, cambiastes de itinerario quizá para auxiliar a quien sola se había quedado porque otra túnica, con un esparto más ceñido a la cintura pero del mismo color negro, había sido colocada a quien yo más quería y que ahora está cerca de tí.

Y fíjate, hoy empieza una nueva Cuaresma de mi vida. Otra, te lo agradezco. Me he acercado a verte con mi hijo, el mayor, el que también es siervo tuyo, para que se inicie en la Cuaresma de sus días con la luz de tardes felices, ojalá siempre felices, con olores a ciudad naciente y sonidos de cielo de primavera. Espero que dure mucho tiempo ese momento. Aunque pensándolo bien...No te inquietes pues, yo me encargaré del trabajo; deja que él te mire desde abajo para  que Tú le ilumines después.

domingo, 6 de marzo de 2011

La dulce mirada

Hoy podía dedicarme a hablar, también, de la dimisión del hermano mayor de la cofradía de la Sagrada Resurrección, pero cada día que pasa quiero alejarme más de esas situaciones y acercarme más a, como diría Carlos Colón, el poder de las Imágenes. Al fin y al cabo estas son permanentes mientras que los primeros son efímeros aunque algunos no se enteren.

Y así es como ayer me encontré con la dulce mirada del Nazareno del Valle, Aquel, el de la Cruz al Hombro. Este Cristo del siglo XVII, tallado en cabeza, manos y piernas y atribuído al círculo de José de Arce tiene una mirada dulce, sosegada y llena de compasión ante la mirada de sufrimiento de Su Madre en el pasaje de la calle de la Amargura.

Y ahí lo tengo, aquél con el que me reencuentro alguna que otra tarde cálida de un incipiente otoño; con su túnica lisa morada o cuando las luces indican que el Niño Jesús está a punto de nacer. Aún lo recuerdo en el Via Crucis de las Cofradías del año 2007 como lució esta imagen bellísima. Yo salgo a su encuentro en un tiempo en el que la luz brilla aún siendo noche acabada del Jueves Santo y alba de Madrugada. Un momento difícil de disfrutar porque el solapamiento entre las dos jornadas impide momentos claves del Jueves Santo. Pero yo me resisto. Voy a su encuentro.  Desde Plaza Nueva hasta Laraña, en ese paso adornado con hojarasca y flores grandes que tiene la hermandad desde hace dos siglos después de que perteneciese a Montserrat y con una brisa que hace mover la excepcional túnica que realizara Teresa del Castillo en 1881. Síguelo, no te arrepentirás, el sonido del paso largo de sus costaleros será lo único que te distraerá cuando vayas a su lado.

jueves, 3 de marzo de 2011

A los que trabajan...

Quiero dedicarle el primer post del blog a aquellos que trabajan cotidianamente por nuestras hermandades y cofradías. Especialmente a aquellos que luchan día a día porque su hermandad se engrandezca y su amor a sus Titulares pase de generación en generación. A aquellos que pierden las horas de sus hijos, sus esposas o maridos, sus descansos y su dinero. A Aquellos que tienen la cabeza puesta en sus hermandades sin esperar más que dulzura en la mirada de sus Cristos y Vírgenes.A aquellos que se quiebran la cabeza para que cuando salgan los pasos a la calle den el testimonio cristiano que deben dar refundado de belleza.  A aquellos que, a pesar de su trabajo y esfuerzo altruista se tienen que encontrar con desagradables comentarios  de los típicos dinosaurios existentes en las hermandades.  A aquellos que hacen que la Semana Santa de Sevilla sea algo grande manteniendo la ilusión intacta y la alegría de un niño pequeño vestido de nazareno: a todos ellos, va dedicada mi primera gota de cera con sabor a dulce caramelo de Domingo de Ramos.

Presentación

Sean bienvenidos a este nuevo blog que ahora se inicia. Unas pequeñas reflexiones como gotas de cera, color tiniebla, quizás calientes quizás frías, que caen al suelo una vez que la cofradía vuelve al templo. El objetivo de este blog es que estos comentarios tengan su máxima actividad desde los días precuaresmales hasta los días post-Semana Santa sin olvidar el resto del año en el que la vida de las hermandades permanece vigente. Con ánimo de divulgar, de alguna manera, la Semana Santa de Sevilla, nuevamente, sean bienvenidos.